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Bochini miró el partido entre Goiás e Independiente |
Escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo... Y ver un partido con Bochini. Son las cosas que uno tiene que hacer en vida. La pelota empieza a rodar en Goiania y a casi 2.700 kilómetros de distancia, en la redacción de Olé y televisor de por medio, Ricardo Enrique se da cuenta de que el pasto es muy alto. “La cancha está pesada, a mí me pasó en Belo Horizonte, contra el Cruzeiro, mirá cómo cuesta llevar la bola”, nota, y hace notar. Sabiduría de quien jugó 19 temporadas al fútbol. Siempre para Independiente. El Rojo, su Rojo, vuelve a disputar una final copera, después de más de 14 años, y es inevitable que al dueño de 13 vueltas olímpicas el hecho le produzca un cosquilleo. “Las copas siempre fueron especiales para nosotros. Y esto hace que uno recuerde otras finales, o noches memorables, como las del 3-0 a Cruzeiro, o la del 3-2 a Olimpia. Se nota en la gente, en la calle, vienen y me preguntan... Llegar a una final es una alegría para todos los pibes que no lo vieron campeón”, ansía.
Pasa que para dar la vuelta, hay que ganar. Y la noche arranca mal para el equipo de Mohamed. “Uy, mirá el centro que le salió”, lamenta cuando Mareque traba mal con Carlos Alberto. Y tac, Moura factura. ¿Y ahora? “Y ahora va a costar. En una cancha grande, el técnico eligió copar el medio y apostó a tener la pelota para defenderse. Pero corre riesgo de que ante un error, como éste, quedar expuesto y no tener cómo atacar. Porque falta cambio de ritmo”, prevé. Y se da así: Independiente no desequilibra por los costados. “No hay quién les lleve la pelota a Silvera y a Parra, los dos bajan mucho. Es hora de poner a Patito Rodríguez por alguno del medio”, se anticipa al cambio que el Turco se guardaría para el segundo tiempo. Pero otra jugada rápida deja a Neto libre para convertir y... “Ufff...”, suspira el Bocha, y toma un sorbo de gaseosa. Pero no se resigna: “Tal vez el Pato los agarre cansados en el segundo tiempo y pueda generar faltas para que con alguna pelota parada podamos descontar”.
El 10 entra pero los tiros libres a favor no llegan. Y la roja a Silvera no augura una mejora. Mohamed cambia defensores por volantes y Bochini avala: “Hay que cerrarse, un 0-3 puede ser condenatorio. Y apostar a la vuelta: en Avellaneda nos hacemos fuertes. Lógico, sin el Cuqui se complicará en ofensiva, habrá que suplantarlo con volantes creativos. Y hacer un gol de entrada. Para mí, la serie está abierta”.
Demian Meltzer - Olé
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