Foto: ROJONEWS
Independiente salió a jugar el partido más importante del semestre en medio de un clima enrarecido. En el estadio no hubo insultos a los jugadores, pero fueron ellos los que sufrieron, camino al Libertadores, una cobarde agresión que grafica el momento que atraviesa el club: un grupo de hinchas bañó a huevazos el transporte del plantel en el Puente Pueyrredón. Los restos visibles del ataque se vieron explotados en el parabrisas del micro; y los invisibles saltaron en el césped, donde los jugadores se permitieron una catarsis: el gol de Leonel Galeano (insólito goleador del equipo), el primer triunfo del torneo, el festejo con los DT interinos y, sobre todo, una imagen menos insulsa. A los huevazos, los futbolistas respondieron con huevo, huevo y más huevo.
“A algunos jugadores les vino bien lo de los huevazos. Battión, por ejemplo, se sintió tocado en su orgullo”, contó alguien que compartió el vestuario previa salida del equipo a la cancha. Y la frase tiene asidero: el volante debió dejar la cancha, lesionado, por ir a trabar como si fuera la final del mundo. Su mismo camino siguieron todos. Tuzzio resucitó su tesón, su espíritu guerrero, para combatir como ninguno en el mediocampo. Silvera corrió todos los zapallazos que le tiraron y también persiguió a Iriarte hasta casi el área de Independiente, con semejante ímpetu que lo terminó tumbando, en una falta que mereció amarilla. Galeano, cacique en su hábitat y en territorio ajeno, fue a buscar el 1-0 y lo encontró, y casi liquida el partido en el segundo tiempo, pero el travesaño detuvo su shot furioso. Godoy, en tanto, entró por Battión tan de sorpresa como metido, dejando entrever que, en el banco, se palpitaba con las mismas pulsaciones que sobre la gramilla.
La gente, ya en el estadio, no pasó a ser fan de este equipo pero, al menos, no se empacó con los jugadores. No hubo hostigamiento, sí indiferencia, menos en dos: Silvera, siempre ovacionado, y Martín Gómez, quien volvía después de casi un torneo sin competencia por una extensa lesión y fue constantemente pedido en la segunda mitad. El blanco de los insultos, de los cantitos, de la bronca, de tanta decepción, fue Julio Comparada. Antes y durante el encuentro. El presidente no oyó las quejas en vivo, ya que no estuvo en la cancha. Sus colegas de CD no zafaron: “La Comisión, la Comisión, se va a la...”, se escuchó cuando iban apenas dos minutos. “El Rojo va a salir campeón, el día que se vayan todos la re...”, tronó al ratito. En el segundo tiempo, en cambio, el vibrante encuentro y el 1-0 hicieron que la gente alentara a full. Ya no había más huevos por romper.
Diario Olé
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